12.7.13

Mardelplata.

Mis ojos entretenidos por este mundo tan comercial y esas ganas de querer poseerlo todo. De repente dejo de ver, sólo siento. No sólo dejé de ver al estar en un estado de concentración importante debido a una hermosa canción que lograba escuchar entre tanto ruido, era tanta la gente que trataba de esquivar para llegar a ese punto en el que se sentía la paz completa que sólo miraba al cielo y agudizaba mis oídos. Una melodía me va guiando a un lugar. No, ¡no desaparezcas! ¡no termines que todavía no llegué! Y me apuro, y troto y cada vez es más la gente. Desespero pero a la vez encuentro tranquilidad, la canción no sólo suena más fuerte en mi cabeza sino sin pensarlo ya estaba cantando. The kiss my lover brings, she brings to me... Paro de cantar, aunque era lindo escuchar mi voz entre toda esa gente, entre esa enorme ciudad. Yo conozco esa canción -Le dije- dejándolo atrás. Y llegué, me paré y quedé enfrentada a un hombre que vendía discos, mirándolo con cara de haber encontrado mi felicidad en el acto más normal de un día común. Él llegó hacia mi, lo volví a mirar y le dije ¿Viste? Yo conocía este tema. Y ahí la guitarra dejó de sonar. Y volví a escuchar a la gente que había estado en mute, aprendiendo que la felicidad se encuentra a la vuelta, de la forma más inusual. 

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